Isabel la Católica ha atraído siempre mi interés. Única mujer en un mundo de hombres; aupada al poder por sus partidarios primero por conveniencia y luego por convicción; normalizadora de los terribles años de intriga cortesana en la España medieval (que perfectamente está a la altura de la Edad de las Turbulencias en Rusia) y forjadora de la identidad y la unidad nacional del país, la biografía de esta mujer valiente sirve como ejemplo de superación de obstáculos y cuidadoso aprovechamiento de las oportunidades políticas y militares, que llevaron en su vida a éxitos como el Descubrimiento de América, o la Reconquista española de los moros.
Después de haber leído varias referencias históricas a las famosa reina, decidí regalarme una biografía de la más grande reina Trastámara en la Historia; aquella cuyo nombre referencio en el título de esta entrada.
Con muy buenas fuentes bibliográficas, y al mismo tiempo muy buen ritmo narrativo, la biografía narra los avatares vividos por la primero princesa y luego reina Isabel, quien llegó desde el olvido a la corte de su hermanastro el rey; forjó su carácter en el ambiente extraño y muy frecuentemente hostil del Alcázar de Segovia, sin dejarse amilanar por los cambios de circunstancias políticas y el extraño humor de su hermanastro Enrique, o el autoritarismo de su cuñada, la reina Juana de Avis.
Toda una fuente de inspiración en este mundo donde la suavidad en una mujer es ampliamente confundida con falta de carácter.