Hace unas semanas, estuve en una reunión con mis asesores de portafolio. Tras mirar por algunos segundos, me di cuenta de que una de ellos llevaba un tatuaje. Un pequeño, discreto tatuaje en su muñeca izquierda.
Curiosa, le pregunté por su “tinta”. Sorprendida por haber sido de las pocas personas que la habían notado, me la mostró. Yo, a cambio, les mostré la mía, que ese día estaba un poco menos oculta de lo normal; y le compartí mi plan de hacerme al menos cinco tatuajes más en mi estudio de tatuajes favorito.
Me gusta el arte corporal y me gustan los tatuajes. El problema o, mejor dicho la rareza, es que proviene de alguien que, al mismo tiempo, se considera una persona conservadora; y que trabaja en una industria con reputación conservadora: las finanzas. Contradictorio como puede parecer, he llegado a una suerte de negociación conmigo misma, que me ha permitido disfrutar de la tinta sin sentir que estoy comprometiéndome al mismo tiempo.
En primer lugar, definí las partes de mi cuerpo que me gustaría tatuar. Así, lo iré haciendo con calma y sin tomar decisiones apresuradas en este tema. Las zonas de mi cuerpo son, básicamente, aquellas que cubre un vestido de manga sisa: parte central de la espalda y los muslos. Así, no me voy a sentir incómoda con la ropa que uso, ni me voy a tener que vestir en la oficina de una manera distinta a la que me gusta debido a mis tatuajes.
Lo segundo, es el tamaño de las piezas. Aunque me parecen bonitas las piezas complejas como las mangas (sleeves) o los trabajos que abarcan la espalda completa, me parece que son piezas muy grandes para mí. Por esto, decidí que lo mejor en mi caso es irme haciendo piezas de tamaño mediano que combinen las unas con las otras; lo que también es compatible con mi proyecto de irme tatuando de forma gradual.
Así, disfrutaré del proceso mientras voy disfrutando también de mi crecimiento al interior de la industria. Ahora bien, hay quien se preguntará si me veré muy tatuada en vestido de baño. Pues bueno… que yo sepa, nadie en el sector financiero va a trabajar a la oficina en vestido de baño; por lo que quienes me verán así no lo harán precisamente en circunstancias laborales…
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P.S: parte del presupuesto de las vacaciones de este año se fue en…tinta. Tengo un nuevo juego de tatuajes, compuesto por dos flores de alhelí amarillas en la cara interna de mis piernas. Discreto y al mismo tiempo delicado, alegre y dotado de un maravilloso significado.
hace poco una persona cercana me contó que le tocó renunciar a su trabajo por qué le vieron sus tatuajes, y desde la contratación se había acordado que no se podían ver, pues el trabajo implicaba tratar con niños y no era un buen ejemplo, yo le pregunte q si era buena en lo que hacía y me dice que sus jefes la adoraban, los niños y los padres también…
Gracias por comentar! Me parece que haces una excelente observación! Yo convivo en un contexto casi 100% adulto donde la verdad los tatuajes no desentonan ni levantan muchas cejas; y los niños y adolescentes son un tema muy sensible con respecto a la estética corporal por aquello del “ejemplo”. Creo, sin embargo, que es injusto el tema de tu amiga, precisamente por lo del ejemplo: les está dando ejemplo de que alguien puede ejercer su derecho a tatuarse y seguir siendo la persona maravillosa y la profesional integral que describes. Pienso que viene un cambio grande en ese sentido, ya que muchos padres de niños ya tienen tatuajes (¿cuál ejemplo entonces?); y a que es necesaria una reflexión acerca de los verdaderos valores que queremos inculcar como sociedad. ¿Armamos un escándalo por un tatuaje, pero le enseñamos a los niños que “el vivo vive del bobo”? ¿Queremos que un niño no tenga tatuajes o que los rechace, pero que a futuro sea un corrupto estilo Odebrecht o Interbolsa? Personalmente, si llego a tener hijos, prefiero que sus profesores sean gente tatuada y decente 🙂 Un abrazo!
Muy bien !, no te abstengas de lo que te gusta, por el qué dirán::))
Me encantan los tatuajes pero yo nunca me haría uno, no por que quizás me afecte laboralmente más adelante sino porque soy “cagona” 😁.
No me parece correcto que una persona no pueda hacer lo que quiera con su cuerpo porque se tenga que preocupar de que a los superiores no le parezca. Cada uno es libre, y lo que importa es la manera que se desempeña en el trabajo no la tinta de su cuerpo.