Siguiendo con la onda reflexiva que parece haberse apoderado de mí, quiero hablar un poco del refrán que titula esta entrada. Es un dicho que común en mi gremio. Hace referencia a que quien tiene fondos para hacer inversiones grandes, debe tenerlos (o preverlos) también para los pequeños gastos que de ese activo se deriven. Por ejemplo: compraste una casa hermosa y amplia en El Retiro, pero te quejas de pagar el peaje; o tienes un BMW y te quejas de pagar los impuestos vehiculares; o compraste un apartamento hermoso pero te quejas porque el impuesto predial o la cuota de administración son elevados o porque el apartamento requiere de mucho mantenimiento (?). Y así, ad infinitum…
El dicho también hace un llamado de atención a aquellos individuos fatuos (patos, los llamamos) que viven una vida de apariencia, pretendiendo ser lo que no son para insertarse en un determinado grupo social. Así, gastan en whisky pero son tacaños con los hielos. ¿Cuántas personas no sostienen una acción de club, pero no tienen mercado suficiente en la nevera? ¿O cuántas personas presumen apartamentos de los cuales deben varios pagos de administración por desorden en sus finanzas personales? **
Siento que vivir en un mundo de apariencia a veces parece ser la norma en esta ciudad. No es bueno para una sociedad estar tan obsesionados y tan concentrados en irradiar hacia el exterior una imagen que no parece corresponderse con la situación interna de una persona o familia. No obstante, noblesse obligue parece ser también uno de nuestros dichos preferidos. Solemos caer en obligaciones o compromisos que creemos derivados de ser quienes somos; sin entender que estas obligaciones o compromisos a los que nos vemos abocados sin buscarlo ni –aparentemente- quererlo, provienen de lo que los demás creen que somos. Sólo nosotros sabemos quiénes somos.
Damos así a los demás (llámese familia, amigos, conocidos, colegas) más voz de la que deben tener sobre nuestra vida y, más delicado aún, nuestras finanzas y nuestra tranquilidad. Que levante la mano y tire la primera piedra, sino, aquel que nunca haya tenido segundas ideas provocadas por alguna que otra insinuación…
**Quiero ser muy enfática en esto. Deber varias cuotas de administración o impuestos por algún problema financiero personal o por haber perdido el empleo es algo comprensible y que nos puede ocurrir a todos. No así por desorden o por gastar más de lo que nos entra…
Tienes toda la razón el que algo quiere, algo le cuesta, pero aquí somos muy dados a quejar porque sí o porque no, y nos encanta tener, pero sin compromisos.
Haber conocido ese dicho representó un antes y un después en mi vida. Me hizo pensar que si voy a tener algo, voy a hacerlo responsablemente; y voy a ahorrar con respecto a ese nuevo compromiso, para poder comprar el whisky, y comprar los hielos.