¿Cómo lo hago?

Es una pregunta que suelo escuchar; y que últimamente me la han hecho personas muy diferentes. Desde mi papá hasta la Contadora de la oficina, todos los que han visto la estructuración de este viaje me han preguntado cómo lo hago. Y francamente, yo no lo veo difícil. Es una mezcla entre medir muy bien los tiempos, tomar decisiones y actuar siguiendo una línea determinada hacia unos objetivos.

Conceptualmente, no lo veo como algo muy distinto a trabajar por proyectos: es un poco como ir desde el diseño hasta la implementación y la evaluación final de los mismos. Algo que suelo usar para mi vida diaria en la oficina.

La implementación, aunque puede llegar a verse como algo abrumador (por la cantidad de información a buscar, por la cantidad de tareas vistas a futuro, por lo que sea) no es más que un simple paso a paso. Aquí explico cómo, así la entrada se haga larga.

Por supuesto, esto es completamente subjetivo: se basa en mi propia experiencia, mis recursos y mis conocimientos; y los tres son limitados. Cuando necesito consultar a alguien más experimentado, recurro a mi TiaViajera, que me comparte su sabiduría; y que tiene también su propio método de planeación.

Yo me suelo decantar por este orden:

  1. Escojo el destino al que quiero ir. Generalmente, lo he hecho siguiendo alguno de estos tres métodos:
    1. Algoritmo: este lo corrí para mi primer viaje, México. Suena muy nerdo (y como algo un poco esotérico), pero es muy fácil; ya que es tener en cuenta dos elementos básicos, para llegar a una solución que se acomode a lo presentado. A continuación, el ejemplo del algoritmo que hice (la solución me arrojó México y Perú, pero finalmente por razones sentimentales escogí el primero):
      1. Deseos: viajar por fuera de Colombia; país de América; país de gran riqueza natural, cultural e histórica.
      2. Restricciones: que pudieran viajar dos personas con un presupuesto moderado.
    2. Oportunidad: me ha pasado ya dos veces: Lima y el viaje de este año. Un acontecimiento particular desencadena una oportunidad; y lo ideal es estar siempre preparados para poder tomar este tipo de oportunidades.
    3. Finalidad: ¿Quiero un viaje de descanso? Entonces, busco playa, como Cartagena. ¿Viajo por algo particular? Entonces sería un viaje como el del Congreso de Fotografía. Y así sucesivamente.
    4. Hacer realidad un sueño. Es el caso del viaje de 2014, que era mi sueño de infancia.
  2. Reviso muy bien mis cuentas. No puedo ser lo suficientemente enfática aquí. Esta etapa matemática del viaje es dura pero satisfactoria pues es la que lo aterriza y nos define qué tal fácil de alcanzar es la meta. A mi juicio, esta etapa marca la diferencia entre disfrutar o padecer un viaje. Por eso hay que hacer cuentas; y de todo tipo:
    1. Tiempo del que dispongo para hacer esto. ¿Tengo suficientes días de vacaciones pagadas? ¿Debo pedir una licencia? ¿Cuánto me costaría pedir la licencia en términos de salario y prestaciones, y qué impacto tendría de cara a la liquidación de prestaciones del final del año (prima de Navidad, cesantías, vacaciones del año siguiente, etc)?
    2. Tiempo que le voy a dedicar a cada estación del viaje. Nada más triste que estar en el otro lado del mundo y descubrir que una determinada parte del viaje merecía al menos el doble del tiempo; mientras que en otra, de plano, sólo por quedarnos a pasar la noche estamos perdiendo el tiempo. Es bueno que, para este punto, comience a ver y a hacer ganas a cada etapa del viaje.
    3. Dinero del que dispongo. No voy a decir que hay que conocer precisamente ese dato, aunque a mí me guste hacerlo. Pero es bueno visitar la cuenta bancaria y también hacer una proyección de cómo podrían ser nuestros ingresos en un futuro cercano (máxime, un futuro cercano al viaje). Esto nos puede ser de mucha ayuda para las finanzas personales durante y después del viaje, pues solemos estar pelados aquellos días entre el regreso del viaje, y nuestro próximo pago completo. Seamos honestos; todos hemos estado allá. No seamos irresponsables.
  3. Presupuesto y financiamiento. esta etapa doble es de las más delicadas:
    1. La primera parte de la etapa se asimila con ver los precios de la ropa en la vitrina antes de decidirse a entrar a la tienda y medírsela. Es revisar por encima cuánto cuestan los gastos principales (tiquetes, alojamientos, transporte) antes de pensar en ir más a fondo con la idea del viaje. ¿Para qué? Pues para saber si podemos o no pagar los precios. Nada más triste que estar a mitad de las compras de un viaje, y que se acaben los fondos.
    2. Financiamiento, es saber de dónde vamos a pagar el viaje. La plata, como decía mi mamá, no crece en los árboles; y alguien tiene que pagar esa cuenta. Así que es bueno conocer a fondo cómo vamos a pagar por nuestra manutención allá, respondiendo varias preguntas: ¿tenemos ahorros suficientes? ¿vamos a recibir una bonificación o aumento de salario en el corto plazo que facilite el pago del viaje? ¿necesitamos pedir un préstamo para pagar una parte del viaje, o la totalidad?
  4. Compras grandes. Es la hora de pagar los gastos principales e irle dando forma al viaje. Esta es la etapa en la que se compran tiquetes y se reservan alojamientos y hoteles.  En esta etapa es recomendable tener claro, grosso modo, qué hay para ver en cada ciudad para determinar el número de días en cada una y cuáles serían aquellos costos grandes a enfrentar.
  5. MAPAS. La etapa favorita de mi hermano. Es cuando buscamos todos, y absolutamente todos los mapas que nos podemos encontrar: de metro, de bus, calle a calle, político, interactivo, turístico, de atracciones…todo lo que podamos. Los mapas son informativos y nos orientan; pero ¿principalmente, para qué?
  6. Para trazar itinerarios; nuestra siguiente etapa. Darle a cada día su afán de la manera más eficiente, trazando “rutas” por las ciudades que vamos a conocer. Es recomendable ser lo más detallados posibles para estos recorridos. En esta era del Internet, es muy fácil conocer los horarios de cada sitio que vamos a visitar, cómo acceder a él a través de transporte público; e incluso, podemos tener a disposición audioguías en el celular. Yo lo sé porque yo lo he hecho. Esta etapa es de buscar, buscar y buscar; y, sobre todo, de hacer muuucha carpintería y dejar todo lo más listo posible.
  7. Compras y reservas pequeñas. Esta etapa es opcional; pero me gusta mucho porque se trata de hacer esas pequeñas compras que nos facilitan la vida cuando lleguemos a una ciudad o país. Por ejemplo, la tarjeta del transporte público; o una SIM de celular que nos sirva para poder acceder a GPS; o alguna que otra boleta que queramos disfrutar y para el que estemos dispuestos a reservar una noche, como la lucha libre mexicana, o un musical de Broadway. O alternativas como CityPass, donde hay varias atracciones turísticas a las cuales acceder de forma preferencial. Esas compras anticipadas suelen dar algún pequeño descuento frente a la compra en taquilla, o nos evitan las filas. Suelen ser una buena idea.
  8. Poner en remojo. No más agitaciones nerviosas ni tomas de decisiones ni echarse para atrás por lo menos los últimos 60 días antes del viaje. La idea es que, en esta etapa, nos centramos en que todo el viaje ya está planeado; y lo que buscamos es dejar todas nuestras tareas y nuestras responsabilidades en casa listas para disfrutar de nuestro viaje.

 

This entry was published on June 26, 2018 at 9:00 am. It’s filed under Diario de Viaje, Viaje and tagged , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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