Termino mis retos lectores de 2018 con esta biografía. Un libro que comencé a leer con muy abiertas reservas. Y es que el nombre de James Monroe, en América Latina, no da para menos.
Suya es la doctrina que preconiza que “América es para los Americanos” cuya primera consecuencia fue el aislamiento del país hasta el Siglo XX; y cuya encarnación más oscura fue designar a América Latina como patio trasero de los Estados Unidos porque los Americanos por antonomasia eran ellos. No nosotros.
El libro llega a mis manos doscientos años y algunos acontecimientos relacionados con la implementación de esta doctrina (como la Guerra con España, la Masacre de las Bananeras y el Golpe de Pinochet, entre otros) después. Y comienzo a leer…
…y me recojo las venas; pues la Doctrina Monroe, en un nivel de análisis más profundo, fue la doctrina de una decepción. La decepción de los poderes europeos –a los que comenzaron a ver como buitres por sus intromisiones en el recién nacido país- por parte de los Estados Unidos; al ver que éstos no tenían ningún interés en ellos, distinto a la satisfacción de su interés nacional. Y si el cumplimiento de ese interés pasaba por endeudar el país; obtener sus recursos; sembrar la discordia entre sus líderes y quitarle su territorio así fuera a pedazos o por la obtención de enclaves, pues que así fuera. ¿Les suena conocido ese libreto?
Monroe reaccionó a tiempo. Aprendió las lecciones; y, con su llegada al Gobierno, buscó incorporar dicho pensamiento realista en la vida política del país. Y el resultado es lo que conocemos: la teoría del Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe. Y, por supuesto, el título del libro: “El último padre fundador”; porque si bien es cierto que los planos y los cimientos del edificio los construyeron los Revolucionarios, fue Monroe quien remató los detalles de la obra, y dejó a los Estados Unidos con una agenda y un norte determinados después de su presidencia.
La biografía recoge algunos detalles, para mí, inéditos de su vida. Como su amistad con Lafayyette, a cuya esposa rescató de la prisión y la guillotina en el final del Terror; su profundo amor por la cultura francesa –lo que redundó en la profundidad de su decepción política posterior- su admiración por Jefferson, y su entrañable vida familiar. Todo esto, hilvanado con el quehacer político en un país en ciernes; enmarcado en dos arduas negociaciones: el Tratado de París, mediante el cual se formalizó la Compra de Louisianna (que duplicó de un día para otro el territorio del país y fue negociado por Monroe); y las negociaciones en Londres, mediante las cuales se buscó poner fin a las hostilidades veladas de Gran Bretaña, materializadas en la leva obligatoria de los capitanes de navíos estadounidenses.
(imagen tomada sin propósitos comerciales de https://www.imagenesmy.com/imagenes/louisiana-purchase-map-boundaries-93.html)
Una biografía contada con un ritmo maravilloso; muy buenos detalles y apariciones de grandes personajes históricos que muestran cómo el trabajo de la Historia no es sólo de unas figuras estelares, sino de un equipo que va trabajando y los va preparando, como hiciera Jefferson con él.; pero que deja la duda de si era realmente necesario hacer con otros países lo que Europa trató de hacer con él.