Hace poco, me encontré este tweet de @ValaAfshar, a quien sigo en Twitter:
Traducido al español, lo que este personaje sugiere es que debemos alejarnos de las personas que siempre:
- Hablan mal de otros
- Tienen problemas para cada solución
- Disfrutan quejarse
- Siempre sienten que merecen todo
- Culpan a lo demás cuando pierden
- Toman más de lo que dan
- Te hacen sentir mal por ser tú mismo
- Mienten y engañan
- Les gusta el matoneo, provocar y denigrar
- Son tiquismiquis
Yo no puedo estar más de acuerdo. Los evito como a la peste en mi vida diaria pero, ¿qué pasa cuando los tenemos en la oficina?
Uno de esos pequeños detalles de la vida oficinera es que la inmensa mayoría de las personas no escogemos con quién trabajamos. Y pasamos una buena parte del día trabajando con personas que no apreciamos. Y, de esas veces, varias de ellas son con gente francamente desagradable; que puede llegar a ser tóxica. Y no sólo no podemos enloquecer; sino que debemos prosperar sin perder en el proceso nuestra profesionalidad, nuestra esencia…ni nuestra salud mental.
La solución que he implementado para esta contrariedad a lo largo de mi experiencia profesional, consiste en poner lo que yo denomino un freno de mano. ¿Recuerdan cuando bailábamos en la adolescencia (y no tan en la adolescencia) y no queríamos que se nos acercaran como mucho? ¿Recuerdan que bailábamos con la mano rígida y estirada? Eso, damas y caballeros, es lo que en Colombia se denomina un freno de mano.
El mío consiste en ser muy respetuosa con los demás; en siempre priorizar el desarrollo del equipo y el cumplimiento de las metas y objetivos que tenemos. Pero también en ser muy seria. Y, si detecto a alguien de ese tipo, atenerme a la Ley Miranda: hablar sólo lo necesario; no intimar; no socializar; no dar ningún tipo de información que pueda ser utilizada contra mí o que le reporte réditos a quien la difunde. No dar lugar al chisme; ni, Dios lo impida, sumarme a los corrillos de la oficina. Eso es, de plano, suicida.
En su lugar, busco siempre hablar de temas positivos; y estrictamente ligados con el trabajo. Busco también hablar siempre delante de un tercero; y salir en la hora del almuerzo. Con este último, no sólo me evito conversaciones que pueden ser innecesarias; sino que me doy la oportunidad de ir a mi casa y desconectarme un poco (ventajas de vivir a 20 minutos de la oficina) para regresar con energía para la segunda parte de la jornada.
También medito todas las noches. Esto no sólo me ayuda en términos generales a mi salud; sino que me proporciona herramientas para gestionar personas difíciles. Me da la paciencia (que bien poquita me pusieron en la fábrica) y la capacidad de comprender los mecanismos que actúan detrás de sus conductas; en la mayoría de las cuales he detectado miedo y tristeza.
Increíble como suena; pero estas personas tan explosivas, tan difíciles, tan temperamentales (a veces tan tóxicas) están, muchas veces, asustados o tristes. Lo cual no es un motivo para suavizarse con ellos o evitar el conflicto; porque sus conflictos internos deben resolverlos ellos (y en esto hay que ser muy claros) y porque en mi casa me enseñaron que no es culpa de los demás lo que le pase a uno por sus decisiones.
Pero sí es una baza útil para saber conversar con ellos y desactivar sus explosiones a tiempo. A fin de cuentas, son seres humanos y, ante todo, son parte del equipo de trabajo.
poner un me gusta a lo expuesto por usted se queda corto , tiene un exelente metodo , para llevar una vida muy sana . que tenga un buen año .
Muchas gracias! Los mejores deseos para su 2019, y para el de los suyos!