
Hace muchos años, en su último año de vida, mi mamá me pidió buscarle este libro. Por más que intenté con la ayuda de mi librero y que averigüé en otras partes, no había ediciones recientes (ni las hubo), fueran de lujo o escolares, durante ese tiempo. Mi mamá, pues, no llegó a leer este volumen corto de prosa poética en que el autor toma el personaje de un místico sufí
Pero el año pasado, me lo encontré de súbito mientras caminaba por el Tesoro, en la vitrina de Todo en Artes. Recordando esa deuda póstuma, entré y compré esta hermosa edición de lujo cuya portada está al inicio del escrito; y lo leí de una sentada en una mañana de domingo.
Porque este libro, por su longitud, puede muy bien leerse de una vez. Pero por la belleza, el sentido, la intensidad y la profundidad del calado de sus palabras, recomiendo que se lea con suavidad y lentitud. Meditando cada oración y cada versículo -la estructura poética escogida por Gibrán y que unos años antes, Whitman había vuelto popular en los Estados Unidos- pues hablan muy directamente al corazón.
De todos los temas que el místico toca, me parecieron los más hermosos:
- El Trabajo
- El Matrimonio
- Los Hijos
- La Muerte
- El Crimen y el Castigo
- La Ley
Sin embargo, hay una gran cantidad de temas adicionales; todos aptos para una consulta por nuestra parte en un un momento en que necesitemos ver las cosas de otra manera. Tal vez, con los ojos del corazón.