Viendo la brecha que hay entre mis últimas publicaciones y las que estoy escribiendo, noto más de un mes y medio.
Cuarenta y cinco días de pandemia que se nos han ido…¿en qué?
En titulares de prensa, conteos de enfermos y muertos, anuncios de políticas públicas (algunas más fascistas o más populistas que otras) y
Para mí, gracias a Dios, en su gran mayoría se han ido en trabajar. Trabajando un día a la vez; de ahí mi frase, que es tomada de una de los accionistas de la compañía para la que trabajo; que me ha parecido un excelente resumen de nuestra operación en los últimos tiempos.
Es curioso; pero trabajar se me ha convertido en un acto muy “humano” y más messy de lo que era antes para mí. No sé cómo explicarme, pero voy a tratar, sin garantizar éxito.
Digamos que antes, hacía una planeación a largo plazo, revisaba unas variables, unos números. Era algo muy científico, muy guiado por la razón, muy guiado por…el Excel, supongo.
Ahora no. O mejor dicho, ahora menos. Sí, siguen los números, sigue el Excel (eso es imposible de dejar de lado en mi campo) pero de alguna manera siento como si hubiera habido algo más de campo para la emocionalidad.
Llamo, procuro que todos sepan que estoy pendiente de ellos (antes como que partía de la base de que todos sabían), pregunto qué necesitan, cómo están, si están bien, si falta algo…como que me acerco más a la gente o procuro -tal vez debido a la lejanía física- demostrar más que estoy pendiente de mi equipo y que estoy aquí para ellos.
Viviendo, como todos ellos, Un día a la vez; y que Dios nos ayude.
Through the looking glass 