Mi suegra me regaló de Navidad uno de mis regalos favoritos: un bono de la Librería Nacional.
Y, después de morirme de la emoción, me dije “¿qué hacer con él?” y supe inmediatamente qué: dar alegría a mi niña interna, y comprar algo que me hiciera feliz y me hiciera sonreír.
Y ese algo fueron los Cuentos de Beedle el Bardo; uno de los spin-off de la serie de Harry Potter que me gusta tanto.
Como todos los Potterheads sabemos, Hermione recibe en herencia de Dumbledore su copia de este libro de cuentos, que todos los magos describen como infantiles; pero de los cuales uno de ellos sienta las bases de la trama del último de los libros de la serie (que corresponde a las últimas dos películas) y determina la serie de tareas finales de Harry Potter y sus amigos antes de vencer a Voldemort.
El libro está hermosamente ilustrado (arriba compartí unas ilustraciones); y me gustó mucho que no incluyera solamente los cuentos -que son cuatro- sino una sección de comentarios hecha por Dumbledore al final de cada uno; que incluye una breve reflexión acerca del contexto del cuento, de la relación entre los mundos y, muy importante, de cómo -así haya elementos mágicos- la trama nos recuerda que, mágicos o no, los protagonistas de esas historias son, ante todo, seres muy humanos.
De entre todos los cuentos, me conmovió profundamente “El corazón peludo del brujo”, acerca de las paradojas de la vulnerabilidad; y del cual comparto imágenes de mi ejemplar, sin finalidad comercial:
Through the looking glass 