Versalles

Después de un involuntario receso debido a la temporada de exámenes y a los trabajos de final de año, quiero continuar con mi diario de viaje a París (sobre el que ya he despotricado bastante en mi post anterior)

París día 2: llegada a Versalles, estadía en el Palacio y los jardines

Hoy mi destino era Versalles. No les miento si les digo que, aunque no me fascinaba la idea de ir a Paris, la ciudad está plagada de monumentos que he podido más o menos estar esperando décadas por la oportunidad de conocer. Versaller, sin duda, fue uno de esos monumentos.

No bien llegué a la ciudad, en la misma taquilla de metro donde compré mi cahier de tiquetes del metro de Paris para moverme por la ciudad (10 tiquetes de 1 viaje en metro) pedí comprar uno para Versalles, y el empleado, muy amablemente, me vendió el correspondiente a la estación Rive Gauche, que es la más cercana al Palacio (la más usada por los turistas) y la que uno debe pedir cuando va a visitar el Palacio. También es posible llegar bajándose en la estación Versailles Cantiere, solo que hay que caminar más tiempo cuando, en Rive Gauche, son sólo tres cuadras si mucho.

Llegué en Metro hasta la estación del tren de cercanías donde…me perdí y, víctima de mi exquisito sentido de la orientación, me fui en dirección contraria pues me monté en el andén equivocado. Me di cuenta, menos mal, entre la primera y la segunda estación. Alcancé no sólo a corregir el rumbo, sino a montarme en otro tren en dirección contraria que me dejó en la estación de enlace y justo a tiempo para coger, esta vez, el tren de cercanías correcto hacia Versalles.

Hago énfasis en lo de no perder el tren, ya que el Gobierno Francés está muy estricto con el aforo, y mi boleta sólo me permitía entrar al Palacio y a los jardines a cierta hora. Llego tarde, y ya no es válida pues se supone que es un momento que me están reservando por cumplimiento de aforo. Así que lo ideal es tener la boleta ya comprada (aquí es posible hacerlo), así como el viaje en tren de cercanías.

Así pues, supero la prueba de corregir el rumbo en la enorme red de transporte urbano de París (que es de las cosas maravillosas de esta ciudad. Que vivan estos sistemas de transporte público!), me subo al tren que es y, más o menos unos cincuenta minutos después, estoy bajando en Rive Gauche y comienzo a caminar hacia Versalles.

Así se ve de lejos. Como siempre, caminando como el burrito sabanero para llegar a tiempo.

Al llegar, lo de siempre: carnet de vacunación y boleta, y puedo seguir. Hagan caso cuando digo que son estrictos, allá hay que ir vacunados. Y comienzo el recorrido.

En Versalles el recorrido es relativamente corto, ya que para la visita general no están disponibles todos los Grandes o Pequeños Apartamentos. Así que uno se demora más o menos hora y media o dos horas. Normalmente, están disponibles los apartamentos del Rey, de la Reina, la Galería de los Espejos, la Galería de las Batallas, la Capilla y las salas napoleónicas. Otros apartamentos, como el de Madame DuBarry, los de las hijas de Luis XV o el de Madame de Pompadour no estaban disponibles en el momento en que visité.

Lo realmente masivo en Versalles es lo que se llama el Parque de Versalles: los jardines y los Trianones. Eso sí es extenso. Y hermoso. Pasé buena parte del tiempo en Versalles allá, y no me arrepiento. Pero antes, una pausa activa porque quiero, puedo, soy grande y no me da miedo:

Quién se niega a un macaron con el fondo de l’Orangerie?

Los terrenos de Versalles componen los jardines con el Gran Canal, un parque enorme que es espacio público, y los terrenos del Pequeño y el Gran Trianón. Así que preferí ir de lejos a cerca, y me fui primero al Pequeño Trianón, el más alejado de todos.

Conocí esta pequeña casa (lo digo en comparación, he visto casas más grandes en área construida en Colombia) y de ahí me fui a la Aldea de la Reina, una especie de versión Disney de una aldea que MaAntonieta construyó para que dus hijos conocieran la vida de los campesinos franceses. Me dio la sensación de que sin duda les habría transmitido una versión más bien edulcorada, y tampoco me fascinó ese rincón de Versalles por ser, precisamente, una versión apastelada de algo. No se sintió bien.

De ahí me fui caminando al Gran Trianón. Me encantó la estructura y la forma en que conecta interior y exterior a través de los porches. Un sitio muy especial del que, desgraciadamente, tomé pocas fotos.

Para finalizar el recorrido, llegué a los jardines de Versalles. Que belleza! Son como de cuento, y al ser el final del verano, estaban llenos de verde, y con una temperatura deliciosa para recorrerlos. Me gustó mucho (y recomiendo hacerlo, si tienen la oportunidad) la posibilidad de estar en las Grands Eaux Musicales, que es un espectáculo que hacen durante el verano, y que pude disfrutar en varias fuentes mientras estuve caminando.

Me devolví, reventada físicamente. Había caminado más o menos unas 12 horas, pues había salido del hotel desde las 7.30 a.m. Deshice el camino recorrido, llegué a mi hotel, y terminé el día en mi posición favorita:

Si no quedas así, realmente viniste?
This entry was published on January 26, 2022 at 9:00 am. It’s filed under Uncategorized and tagged , , , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

One thought on “Versalles

  1. “Paris, siempre será Paris”, nunca nos cansamos de visitarla, pues siempre habrá algo que no hemos conocido

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