Estoy peligrosa para formular deseos. Estaba regresando de ver a Klimt, cuando recibí una llamada de mi papá en la que me decía, más o menos, que quería viajar con nosotros a España y que iba a hacer las gestiones necesarias para que fuera posible en la oficina. Justo lo que había deseado hacía días.
Pasaron los días, e interpreté su silencio como que no había sido posible (él luego me lo confirmó). Hasta que una noche, cuando le mencioné la cosa, me dijo con cierto tono de travesura: “Cómo te parece que de pronto es posible. Un compañero quiere volver a la oficina y parece que me podría reemplazar esos días jejejejejeje” dijo, riéndose por lo bajo como acostumbra. “Pero que sea sorpresa para tu hermanito”.
Es posible fue algo así como que al día siguiente lo estaba confirmando, y lo estaba subiendo al avión. Dios bendiga el bono de aerolínea (sí, ya sé que mi posición ha cambiado. No me arrepiento. YOLO), todo estaba listo.
Revisé las boletas, listas también. Sufrí un poco pensando en que no habría para la misma hora, pero (bendita compra con antelación) sí había.
Revisé los hoteles; y sí, hubo que funcionar un poco, pero quedaron listos también (gracias, personal del Ibis de Barajas, son unos soles!!) con las reservas confirmadas.
Tenemos exactamente el mismo paseo con los mismos hoteles y los mismos vuelos internos en los mismos horarios con las boletas de los tres, sin ningún impedimento. Ya sólo es subir cada uno a su avión, y encontrarnos en Barajas.
Esto es demencial, pero es posible.