Bienvenidos a la Rusia Bolchevique, es decir a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En esta entrega de Tintín, vamos a llegar hasta Moscú, donde el reportero, en su primera aventura, llega hasta el epicentro de la noticia, no sin antes sufrirla un poco con su amigo Milú.
La primera observación que hay que hacer es que este primer tomo de Tintín es el doble de largo que los demás. Y es porque Hergé publicaba el desarrollo del viaje en un suplemento infantil de un periódico belga; por lo que se fue extendiendo y extendiendo más allá de la duración “estándar” de uno de estos formatos.
Ya aquí se empieza a esbozar lo que es la secuencia general de una aventura Tintinesca: una llegada o salida accidentada de Bélgica, unos personajes sospechosos que no quieren a Tintín enterado o divulgando información (es decir, una mordaza a la prensa libre que representa el joven periodista) sobre sus actividades, un buen samaritano, personajes inocentes, disfraces / ropa étnica, mucha acción (incluyendo secuencias en movimiento: trenes, carros, barcos, aviones o, si se puede, todos) y la confirmación final de las andanzas de los personajes / la desarticulación de las redes de crimen.
Como en el último caso es un cambio de régimen lo que va a documentar Tintín, lo que consigue finalmente es poder regresar a Bélgica a divulgar las acciones del régimen comunista en Rusia y la trama del trigo, de la cual no diré más para no hacer spoilers.
