De su más reciente viaje, mi novio me trajo este libro. Es, a su país, lo que podría ser El Testamento del Paisa para la región donde vivimos. Es una obra folclórica por excelencia, que recoge lo mejor de la tradición y de las historias orales de tierras orgullosas de sus raíces, guardadas las proporciones.
Precisamente, me contó también que había sido uno de los más referidos por sus profesores de literatura en el colegio. Esto, porque Palma es uno de los grandes folcloristas peruanos, quien además había hecho una búsqueda de estas Tradiciones -como llama a las historias cortas que enuncia- por los archivos de la la llamada Ciudad de los Reyes, llegando hasta los tiempos de Pïzarro. Precisamente de los tiempos del Marqués sin estados es que tratan las primeras dos tradiciones, las más antiguas; y así, Palma va extendiéndose a lo largo de los siglos que abarca la historia de Lima hasta llegar casi a su momento histórico.
En particular, me llamaron mucho la atención las tradiciones que hablaban del vestido de las señoras limeñas, y cómo casi hay una revolución femenina de tal magnitud que el simple esbozo de la misma hizo recular a todo un virrey. O la de los incas ajedrecitas. O la de los caballeros de la capa. Todo esto demuestra que nuestra América Latina en tiempos de conquista y colonia era un territorio muy vivo, confluían muchas voces -no sólo las de los Conquistadores- y siempre ha tenido historias maravillosas que contar y que rescatar.
Pero más me llamó la atención, así un poco como con el Testamento del Paisa, fue el preguntarme cuál es el momento en el que la tradición oral -pues muchas de estas Tradiciones (de ahí su nombre) provienen de ahí- y las anécdotas comienzan a ser consideradas parte de la historia, o uno de los ramales en que ésta se contiene. ¿Es al momento de ser registrada? ¿Es por ser parte de las vidas de la élite gobernante o reinante? Entonces, ¿podría la correspondencia cortesana de Madame de Sevigné o de la Princesa Palatina en la corte de Luis XIV ser considerada parte de la historia francesa, más allá del chisme de salón (pensando en que, además, dichos documentos hacen parte del Archivo Nacional)? ¿Las Tradiciones según las cuáles (alerta spoilers) los últimos incas perdieron la vida por ser mejores ajedrecistas que los españoles, podría considerarse parte de la Historia, de la historiografía, o una mera anécdota (aunque podríamos pensar que la Historia se compone de anécdotas)?
Me gustaría entender un poco más al respecto. Lo haré, a su debido tiempo.
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