Volvemos a Moulinsart. Volvemos a Tintín.
De nuevo en el centro de la acción, un telegrama del Profesor Tornasol lleva a Tintín, Milú y el Capitán desde la tranquilidad de su castillo belga al centro de otra intriga internacional. Una con un objetivo tan claro que nos lo dicen en el título: la luna. Y nos lo anticipan (aquí no hago ningún spoiler infernal): Tintín irá a la luna. Incluso, antes que Neil Armstrong.
Sin embargo, nada nunca es fácil. Las intrigas internacionales en el centro de Europa y las dificultades técnicas están a la orden del día, hasta el punto de no saber si a veces las primeras causan las segundas, y Tintín y sus amigos van a tener que ser más ingeniosos que los demás.
El Profesor Tornasol adquiere en esta historia un papel principal por su rol científico, y lo llegamos incluso a ver como un ser con emociones más complejas de las que exhibe habitualmente, mientras que el resto del conjunto mantiene su carácter habitual.
Otra cosa que me agradó de este libro fueron las constantes referencias a trabajos previos, como El País del Oro Negro o El Cetro de Ottokar, y advierto: click en cada link bajo su propio riesgo: spoilers en cada una de las páginas de Wikipedia de las series.
También encuentro que es la primera de las aventuras de Tintín que leo en las que no hay un final definitivo, sino que se termina en suspenso, como abrebocas de la segunda parte de esta aventura, que nos adelanta en su título parte del argumento: Aterrizaje en la luna.

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