
Digamos que el título y la portada de esta entrega de Tintín no ayudan para nada con aquello de los spoilers, pero qué vamos a hacer. Así es la vida, supongo.
Continuando con la saga de la luna (aquí el post anterior) que había olvidado publicar y, además, con las entregas de Tintin, terminamos esta aventura espacial que quedó en suspenso en la parte pasada. Tintín y amigos van camino de la luna, en el contexto de una enorme tensión entre Syldavia y Borduria.
Los amigos logran llegar a la luna, bajo la atenta supervisión de Tornasol, quien obtiene un logro inmenso para la ciencia pues Tintín llegaría unos años antes que el mismísimo Armstrong. Punto para Bélgica.
Sin embargo, llegan también algunos polizones (entre ellos Hernández y Fernández, que no podían dejar de medirse un traje espacial) producto de las tensiones binacionales que no dudarán en poner difíciles las cosas adentro del cohete para Tintín y Haddock, quien terminará dando más paseos espaciales de los que él mismo querría.
Veremos actos mezquinos y sacrificios nobles; así como el triunfo anticipado de la voluntad del hombre y su deseo de conocer más allá de las fronteras del cielo en esta entrega de Tintín.
